5/10/2018
Convertirse en la agencia divina de Cristo a través de la corresponsabilidad
por el Rev. Dr. Rob Hagan

"No puede haber una regla más segura, ni una exhortación más fuerte a su observancia, que cuando se nos enseña que todas las dotes que poseemos son depósitos divinos que nos han sido confiados con el fin mismo de ser distribuidos para el bien de nuestro prójimo." - Juan Calvino, "Sobre la vida cristiana (Edición anotada)", 2012, p.23, por Jazzybee Verlag

Rev. Dr. Rob Hagan
La mayordomía en la Tradición Reformada siempre ha afirmado nuestro tiempo, talento y tesoro. Es siempre una respuesta y no una condición de la gracia de Dios. Los "depósitos divinos" que nuestro Señor nos concede deben ser invertidos sabiamente, manejados con cuidado y distribuidos extravagantemente no sólo a la iglesia, sino para elevar el bien común en nuestro vecindario, pueblo, ciudad y país en el que vivimos. La llamada de Calvino y de Jesucristo es a ver nuestras vidas y nuestros recursos no desde la perspectiva de la escasez, sino de la abundancia. La abundancia no es la acumulación continua, sino vivir en la suficiencia de que Dios nos ha dado lo suficiente. La suficiencia es enemiga de la escasez. Sin embargo, vivir en la escasez nos atrae como un imán a la preocupación y no al contentamiento en la gracia de Dios para nosotros en nuestras finanzas.
Lynne Twist, autora de El alma del dinero, escribe,
No importa quiénes seamos o cuáles sean nuestras circunstancias, nadamos en conversaciones sobre lo que no es suficiente. Lo veo en mí mismo. Para mí, y para muchos de nosotros, nuestro primer pensamiento del día al despertarnos es "No he dormido lo suficiente". El siguiente es "No tengo tiempo suficiente". Sea cierto o no, ese pensamiento de que no tenemos suficiente se nos ocurre automáticamente antes de que siquiera pensemos en cuestionarlo o examinarlo. Pasamos la mayor parte de las horas y los días de nuestra vida oyendo, explicando, quejándonos o preocupándonos por aquello de lo que no tenemos suficiente. No tenemos suficiente tiempo. No tenemos suficiente descanso. No tenemos suficiente ejercicio. No tenemos suficiente trabajo. No tenemos suficientes beneficios. No tenemos suficiente energía. No tenemos suficiente naturaleza salvaje. No tenemos suficientes fines de semana. Por supuesto, no tenemos suficiente dinero. No estamos lo suficientemente delgados, no somos lo suficientemente listos, no somos lo suficientemente guapos, ni lo suficientemente en forma, ni lo suficientemente educados, ni lo suficientemente exitosos, ni lo suficientemente ricos... nunca. Antes incluso de sentarnos en la cama, antes de que nuestros pies toquen el suelo, ya somos inadecuados, ya estamos atrasados, ya estamos perdiendo, ya nos falta algo. Y cuando nos acostamos por la noche, nuestra mente se acelera con una letanía de lo que no conseguimos o no hicimos ese día. Nos vamos a dormir agobiados por esos pensamientos y nos despertamos con ese ensueño de carencias.
Cristo nos da el antídoto contra la escasez. En la comida de los 5.000 en Mateo, ve a gente sufriendo y la compasión agita su corazón. Los discípulos le dicen, sí le dicen, que envíe a estas multitudes a las aldeas de los alrededores para que puedan comer. Jesús les dice: "Denles ustedes de comer". Los discípulos respondieron: "¿Bromeas? No tenemos los recursos ni el servicio de distribución para darles de comer".
"Dame lo que tienes", dijo Jesús. Él toma, Él bendice, Él parte, Él da. Este es el orden de la gracia en nuestras vidas. Hacemos esta acción cada día, ¿no es así?, mientras le seguimos. Le entregamos nuestras dudas, temores, preocupaciones sobre nuestro dinero, y Él nos devuelve la seguridad de su gracia. Nos da la suficiencia de su amor y el deseo de dar a nuestro prójimo. Nos convertimos en la agencia divina, utilizada por Dios para traer abundancia y no escasez. Según las estadísticas de USA Giving, ¡el 50% de los asistentes al culto no dan nada! ¿Cuándo experimentarán este orden de gracia y la alegría de vivir en este tipo de abundancia?
La Fundación se sitúa en la tradición histórica de concentrarse en la abundancia y no en la escasez. Cuando reunimos, invertimos y distribuimos fondos para la misión es una vocación sagrada. Deseamos profundamente convertirnos en esa "agencia divina" plenamente envuelta en el orden de gracia de Jesucristo. Nosotros damos, Él bendice, Él reparte, Él devuelve. Nos maravillamos de su generosidad y extravagancia para que la iglesia local pueda vivir en abundancia.